Sucedió un día mientras paseaba. Sentí que la pintura era la forma de seguir expresándome. Sentí que se abría un mundo infinito de posibilidades. Un mundo que nunca acabaría. Pintaba día y noche. Leía libros y pintaba. Me empapé de arte. Conocí autores que me maravillaron, Tapies, Pollock, Kieffer... y de su mano, fui adoptando mi propia técnica. Encontré mi propio camino. Una forma personal de pintar, surgida de la necesidad de mostrar lo que siento. De expresar lo que me conmueve.